22 agosto 2010
22 septiembre 2009
El Guardián del Umbral
“No cruces mi umbral si no estás seguro de iluminarlo con tu propia luz, porque más allá del umbral ya no hay guías que iluminen tu camino”.
¿Quién no se ha preguntado alguna vez si el mundo que percibimos con nuestros sentidos, lo que podemos ver, tocar, oler... es lo único que verdaderamente existe a nuestro alrededor? Nuestros sentidos marcan los límites de la realidad que percibimos cada día, más allá de lo que nuestra percepción sensorial nos muestra no parece existir nada. Sin embargo todo un mundo se extiende más allá de esos límites, un mundo no perceptible por medio de los sentidos de nuestro cuerpo físico (pues no se trata de un mundo físico, con las cualidades que conocemos y sujeto a las reglas que rigen el mundo de los sentidos), un universo que sin darnos cuenta visita cada noche una parte de nuestro ser.
El umbral entre dos mundos
Al igual que los seres humanos no somos tan solo un cuerpo físico, el mundo que habitamos no se limita a lo que podemos ver o tocar; estamos rodeados por energías, fuerzas y seres de los que nuestra conciencia no tiene constancia ya que no forman parte del mundo sensible que nuestros órganos sensoriales son capaces de captar.
La línea que separa el mundo físico del mundo suprasensible o espiritual es un umbral que solo podemos cruzar cuando estamos verdaderamente preparados, cuando nuestro entrenamiento espiritual nos ha convertido en un ser apto para vivenciar esa experiencia y nos ha dotado de los órganos adecuados para percibir el mundo que se extiende más allá de lo físico. En ese umbral es donde tiene lugar el encuentro con el llamado “Guardián del Umbral”, que nos pondrá a prueba y nos advertirá: “no cruces mi umbral si no estás seguro de iluminarlo con tu propia luz, porque más allá del umbral ya no habrá guías que iluminen tu camino”.
El umbral está formado por cada sentimiento de temor y de vacilación ante la idea de tomar las riendas del propio destino y de asumir por completo las consecuencias de los propios actos y pensamientos, y el morador de este umbral es quien se encarga de determinar si nuestro paso es seguro o alvergamos dudas, si estamos preparados o no para traspasar el umbral y, por tanto, si nos dejará o no cruzar al otro lado.
Rudolf Steiner lo ha definido como “el ser espiritual del hombre, compuesto de sus impulsos volitivos, sus deseos y sus pensamientos, que se aparece al iniciado en forma visible (a la hora de cruzar el umbral). Es una forma a veces repugnante y terrible, porque es una creación de los buenos y malos deseos y de su karma, es su personificación en el mundo astral”.
Justo antes de nacer entra en nosotros (albergándose principalmente en el cuerpo etérico) y permanece a nuestro lado durante toda la vida, para dejarnos justo antes de la muerte y volver a entrar en nuestro cuerpo justo antes del nuevo nacimiento, de la nueva encarnación. De manera que siempre está ahí, incluso cuando no somos capaces de verlo con nuestros ojos, el guardián del umbral nos acompaña durante cada segundo de nuestras vidas y a lo largo de toda nuestra historia, encarnación tras encarnación, llevando la cuenta de nuestros actos.
Pero no solo guarda la memoria de lo que hemos hecho, también de nuestros pensamientos, deseos, de cuanto hemos amado y odiado, de todo cuanto configura nuestra evolución como ser humano. Es por ello que este ser es quien debe permitirnos o impedirnos el acceso a un mundo para el que podríamos no estar preparados; en realidad es en cierto modo nuestro protector, ya que acceder a las realidades suprasensibles sin la madurez necesaria podría resultar sumamente desetabilizador para el individuo.
A lo largo de nuestra vida y mientras no somos capaces de percibir su presencia, el guardián del umbral nos protege de un acceso inoportuno a los mundos espirituales, hecho que ocurre cada noche. Me explico: cuando dormimos, nuestros cuerpos físico y etérico (donde moran los sentidos físicos y la memoria, simplificando mucho) se quedan en la cama, mientras que el cuerpo astral y el Yo se desgajan de los otros dos para hacer un viaje más allá del mundo que experimentamos durante el día. El sueño es la forma que el guardián tiene de protegernos, ya que la conciencia y la capacidad de recuerdo se quedan, digámoslo así, en la cama, mientras esa otra parte de nosotros visita un mundo que concientemente no seríamos capaces de entender ni asimilar.
Este nuevo nivel se consigue cuando el pensamiento, el sentimiento y la voluntad se han fortalecido lo suficiente como para cobrar más autonomía y separarse; el Yo es entonces el encargado de mantenerlos unidos (no las jerarquías superiores o seres espirituales que anteriormente lo hacían, sino nosotros mismos). Cuando esto ocurre es cuando nos encontramos al guardián del umbral.
Si no está realmente preparado y aún así se llega a este punto, el discípulo no solo no podrá pasar al otro lado sino que la impresión de su encuentro con el doble será tan terrorífica que quedará persuadido de volver a intentarlo por el resto de su vida y, probablemente, por más de una encarnación. Al no reconocer al doble como parte de sí mismo, el individuo entiende a este ser como un monstruo ajeno a sí mismo, su propio orgullo no le deja reconocer en el guardián sus propias faltas y lo percibe como un ser terrible y fantasmal. Pero este encuentro inoportuno solo llegaría a ocurrir mediante el uso de un “atajo” por parte del individuo, como drogas, técnicas de concentración o forzando su conciencia.
Si el discípulo ha seguido los pasos adecuados (de los que más tarde hablaremos) y está preparado para el encuentro con el guardián, éste le mostrará su karma no redimido aún, el doble se muestra entonces como un espejo de los deseos, odios, errores pasados que el discípulo debe compensar. Mostrando las faltas pasadas, el guardián exige una completa toma de conciencia, exige al individuo que tome responsabilidad por estas faltas y compense las malformaciones que le ha causado con ellas. El discípulo, al tomar conciencia de que el aspecto horrible del doble es el producto de sus propias acciones, pensamientos, etc, toma la determinación de trabajar para el embellecimiento de este ser, eliminando mal karma y añadiendo bueno o karma positivo.
Una vez demostrada la capacidad del discípulo para transitar los mundos suprasensibles de forma armónica y equilibrada, es decir, cuando el guardián comprueba que el invididuo que tiene ante sí está preparado para asumir la responsabilidad de vivenciar estas realidades, le deja traspasar el umbral. El discípulo podrá a partir de ahora usar sus facultades superiores, que ha ido previamente desarrollando, para percibir y actuar en los mundos de más de tres dimensiones. De ahora en adelante podrá siempre percibir la presencia del guardián, que le acompañará a través del camino de su evolución y actuará como mediador entre el ser humano y el mundo espiritual. El discípulo se encargará de “embellecer” a esta criatura que forma parte de sí mismo mediante el trabajo espiritual, hasta que el doble haya sido purificado del todo, las faltas pasadas redimidas y su forma sea tan perfecta que se funda con el individuo para siempre. De esta nueva fase hablaremos en futuros artículos.
Traspasado el umbral, el discípulo ya no contará con la luz que antes le ofrecían las jerarquías superiores, solo podrá iluminar su camino con su propia luz; es por ello que, aún en el umbral, el guardián le previene diciendo: “no cruces mi umbral si no estás seguro de iluminarlo con tu propia luz, porque más allá del umbral ya no hay guías que iluminen tu camino”. Será a partir de ahora un individuo autosuficiente que librará sus propias luchas.
Sin embargo su karma pasado, sus faltas y errores, suponen un obstáculo para su visión trascendental, componen una especie de velo que le impiden ver con claridad la realidad suprasensible, aún después de atravesar el umbral. Este velo le es mostrado al discípulo por medio de colores: lo que aún no ha sido purificado en ámbito del pensamiento aparece en color rojo; lo que queda por purificar respecto al sentimiento se muestra amarillo grisáceo; lo que aún hay que purificar en la voluntad aparece en un color azul apagado. Todos estos colores forman un telón más o menos grueso que el discípulo deberá ir haciendo más fino hasta hacerlo desaparecer y lograr una visión clara de las realidades espirituales que tiene ante sí. Esto solo se consigue mediante el trabajo espiritual.
La presencia del doble se nota en el intelecto cuando hacemos uso de un pensamiento frío, duro, sin sentimiento. También se percibe a través del temperamento, en aquello que se vuelve habitual y ejecutamos por inercia, perdiendo por completo el significado o el sentido de un determinado acto; en la pérdida del control de las emociones y cuando ansiamos cosas materiales sin tener control alguno de estos deseos.
Reconocer al doble es el primer paso para redimirle, ser conscientes de su presencia (darnos cuenta, por ejemplo, en los casos antes mencionados) es importante de cara al embellecimiento de este ser. Nuestro pensar debe elevarse por encima de lo material y, por medio de la voluntad, controlar y guiar nuestros propios pensamientos, impidiendo que fluctuen a su libre alvedrío. Los ejercicios de concentración pueden ser útiles en este aspecto. Cuando meditamos sobre verdades espirituales con la calidad del sentimiento puesto en el pensamiento, también contribuimos a mejorar el aspecto de nuestro doble, así como equilibrando nuestros pensamientos elevados e inferiores, manteniendo la mente abierta y ejercitando nuestra fuerza de voluntad.
En resumen, el guardián del umbral no solo nos advierte sobre el peligro de traspasar un umbral para el que no estamos preparados, también nos recuerda que todo cuanto hacemos, pensamos, deseamos, decimos, etc, tiene su eco en el mundo espiritual; nada se puede ocultar, nada se olvida ni se pierde en el pasado. Debemos tomar responsabilidad por nuestros propios actos, tratar de aprender y de guiarnos en la vida por la bondad, las buenas intenciones, el desapego y el amor, pues ello contribuye a purificar a nuestro doble que significa, en realidad, purificarnos a nosotros mismos e iluminar nuestro propio camino espiritual.
09 junio 2008
La primera hora nueva
09 octubre 2005
Las Caras del Mal
Llevamos siglos hablando del Mal; lo hemos exprimido una y otra vez hasta sacar de él apenas cuatro gotas de su esencia y utilizarla incansablemente. Hemos usado el Mal para crear arte, para dar vida a las más bellas y horribles criaturas, para justificarnos, para aprender, para estigmatizar, para liberarnos y para esclavizarnos. Lo hemos mirado de reojo, de frente, lo hemos estudiado y conceptualizado hasta convertirlo en pura abstracción. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, el Mal es “lo contrario al Bien, lo que se aparta de lo lícito y honesto”. Pobre definición para un “concepto” de sentido tan profundo y que lleva ocupándonos desde que el ser humano cobró conciencia de sí mismo y recibió por primera vez el don de la libertad, el don de la elección. Pero vayamos por partes.
El Mal no es un concepto vago ni una creación de nuestra imaginación, es tan real como nosotros mismos y vive con nosotros, tanto dentro como fuera de nuestro cuerpo y de nuestra alma; desde el momento en que los ojos de nuestra conciencia se abrieron y caímos al mundo de los sentidos, el Mal es nuestro compañero de viaje. Conviene pues conocerlo un poco mejor.
Impulsos opuestos y complementarios
Antiguamente los seres espirituales podían ser “vistos” por los humanos de forma natural; de ahí arrancan las narraciones mitológicas, las leyendas y otras historias plagadas de seres que nos parecen fantásticos, imposibles y de cuya existencia reniega nuestra ceguera espiritual. Hoy en día no poseemos esa clarividencia involuntaria, aunque es posible recuperarla con un arduo y prolongado trabajo consciente y voluntario. Si pudiéramos contemplarlos, veríamos que estos seres espirituales se encuentran en una evolución constante.
Pero existen entre ellos dos grupos, los llamados “seres luciféricos” y los “seres ahrimánicos”, que quedaron retrasados en su evolución ya que avanzaban a un ritmo más lento, provocando un desequilibrio de fuerzas. Estos seres continúan ejerciendo su influjo sobre nosotros, un impulso antes justificado y positivo como el del resto de las jerarquías celestiales pero que, debido a su retraso, se ha convertido en algo anacrónico y perjudicial. Estos seres están encabezados por Lucifer y Ahrimán respectivamente.
Lucifer encarna el impulso ascendente, cálido, que lleva al ser humano a huir de la materia; inspira agitación, pasiones, emociones desbordadas que pueden llegar al fanatismo, incita a la subjetividad y la imaginación, a la suposición y nos lleva a ir más allá de la realidad, a huir del mundo material. Ahrimán es el polo opuesto y encarna el impulso descendente, frío, que conduce al ser humano hacia la materia como única realidad, despreciando el mundo del espíritu; los seres ahrimánicos inspiran la intelectualidad, la falta de individualidad, el pensamiento abstracto y calculador, el mecanicismo y la falta de libertad y conciencia.
Cada uno de estos seres tiene su predominio en una época determinada. Lucifer es un ser del medievo, a pesar de que experimentó su primera y única encarnación humana en el Tercer Milenio a. C. (China) y de que en el presente continua ejerciendo su influencia sobre el ser humano. Ahrimán es relativamente reciente y su predominio se da en nuestra época, es decir, el Tercer Milenio d. C.; según Rudolf Steiner (ver artículo) y Bernard Lievegoed entre otros, Ahrimán debería encarnar por primera y única vez en cuerpo humano a principios del siglo XXI, probablemente en EEUU, zona que favorece los impulsos ahrimánicos por múltiples motivos que no expondremos aquí ya que nos desviaría del tema central. No obstante este ser viene ejerciendo su influjo desde el siglo XIX, época en que surge el pensamiento materialista.
Tanto Lucifer como Ahrimán han propiciado la aparición de facultades positivas en la historia del ser humano, como el impulso luciférico de independencia y de rebelión, la fantasía y la expresión artística (no hay que olvidar que Prometeo –con quien Lucifer se identifica en la mitología clásica– entregó a los hombres el fuego y las artes), la conciencia del yo (simbolizada por el fuego) y la capacidad de discernimiento; hasta la percepción sensorial tal y como la ejercemos es la resultante de la acción de Lucifer. En cuanto a Ahrimán, nos ha dado la lógica y las matemáticas, el desarrollo de la Ciencia y de la Técnica.
Gracias a la acción de estos seres el ser humano se ha elevado por encima de su antiguo estado de puerilidad y ha logrado colocarse en el camino hacia la libertad a través de su capacidad de elección, posibilitando así su evolución y el consiguiente cumplimiento de su destino. Solo poseemos libertad si podemos elegir, y somos libres de escoger entre el Bien y el Mal, lo que significa que nos encontramos ante el reto más importante de nuestra evolución. Cuanto mayor es la tentación, mayor es la responsabilidad que tenemos ante nuestra propia caída o superación. Esto nos convierte en los únicos responsables de nuestro futuro, de nuestro destino.
El término medio
¿Y cómo elegir entre dos tendencias del Mal que no parecen a simple vista ser tan negativas? Tanto el impulso luciférico como el ahrimánico no son malos en sí mismos, sólo son perjudiciales si nos dejamos llevar hacia un extremo o hacia el otro, desequilibrándonos y perdiendo la conciencia, que debería estar siempre vigilante. El término medio es el lugar que debe conquistar el ser humano, ese lugar donde se equilibran las dos tendencias; sólo así conseguiremos trascender el estado de “ser humano” y llevar a cabo nuestra evolución, liberando a estos seres luciféricos y ahrimánicos e insertándolos de nuevo en el orden cósmico.
Si no conseguimos esto, quedaremos atrapados en la materialidad, incapaces de continuar nuestra evolución. Lucifer y Ahrimán trabajan en la eliminación del Yo y de la conciencia humana, con lo que perderemos la individualidad y seremos seres puramente materiales, dormidos y obedientes, sumidos en la oscuridad.
Al borde del escalón de la evolución
En este momento decisivo en el que los seres humanos nos encontramos al borde del siguiente escalón de nuestra evolución, contamos con el recurso de nuestra conciencia, que no debe adormilarse ni por un instante, y del compromiso individual para con nuestra propia evolución espiritual. El amor es otra de nuestras armas, en cuanto que nos aporta luz y nos acerca a las jerarquías espirituales, que obran a nuestro favor. El Mal es necesario para la evolución, pero está en nuestras manos el reconocerlo y rechazarlo para hacer posible ese paso adelante, y dentro de cada uno de nosotros está la luz que nos permite vislumbrar el camino hacia el origen.
01 octubre 2005
Run to the Water
El vocalista de Live, en su album "The Distance to here" (1999), alude a esta caída en su tema "Run to the water", de la que exponemos la letra y su traducción.
RUN TO THE WATER
CORRE HACIA EL AGUA
Oh desert speak to my heart
Oh desierto habla a mi corazón
Oh woman of the earth
Oh mujer de la tierra
Maker of children who weep for love
Creadora de niños que lloran por amor
Maker of this birth
Creadora de este nacimiento
’til your deepest secrets are known to me
Hasta que conozca tus más profundos secretos
I will not be moved
No me moveré
I will not be moved
No me moveré
Don’t try to find the answer
No intentes encontrar la respuesta
When there ain’t no question here
Cuando no hay aquí ninguna pregunta
Brother let your heart be wounded
Hermano, deja que tu corazón sea herido
And give no mercy to your fear
Y no des compasión a tu miedo
Adam and Eve live down the street from me
Adam y Eva viven una calle más abajo
Babylon is every town
Cada ciudad es una Babilonia
It’s as crazy as it’s ever been
Es tan loco como siempre ha sido
Love’s a stranger all around
El amor es un extraño en todas partes
In a moment we lost our minds here
En un momento aquí perdimos nuestra mente
And lay our spirit down
Y dejamos caer nuestro espíritu
Today we lived a thousand years
Hasta hoy hemos vivido mil años
All we have is now
Todo lo que tenemos es el “ahora”
Run to the water
Corre hacia el agua
And find me there
Y encuéntrame allí
Burnt to the core but not broken
Quemado hasta el centro pero no roto
We’ll cut through the madness
Cortaremos a través de la locura
Of these streets below the moon
De estas calles bajo la luna
These streets below the moon
Estas calles bajo la luna
And I will never leave you
Y nunca te dejaré
’til we can say,
Hasta que podamos decir
This world was just a dream
Este mundo fue solamente un sueño
We were sleepin’ now we are awake
Estábamos dormidos, ahora estamos despiertos
’til we can say
Hasta que podamos decir
In a moment we lost our minds here
En un momento aquí perdimos nuestra mente
And dreamt the world was round
Y soñamos que el mundo era redondo
A million mile fall from grace
Un millón de millas de caída desde la gracia
Thank God we missed the ground
Gracias a Dios no dimos en el suelo
Run to the water
Corre hacia el agua
And find me there
Y encuéntrame allí
Burnt to the core but not broken
Quemado hasta el centro pero no roto
We’ll cut through the madness
Cortaremos a través de la locura
Of these streets below the moon
De estas calles bajo la luna
With a nuclear fire of love in our hearts
Con un fuego nuclear de amor en nuestros corazones
Yeah, I can see it now lord
Sí, ahora puedo verlo, señor
Out beyond all the breakin’ of waves
Más allá de todos los rompeolas
And the tribulation
y las tribulaciones
It’s a place and the home of ascended souls
Hay un lugar y el hogar de las almas ascendidas
Who swam out there in love!
Que ahí fuera nadaban en el amor
Chorus
Estribillo
Rest easy baby, rest easy
Descansa tranquila, nena, descansa tranquila
And recognize it all as light and rainbows
Y reconócelo todo como luz y arcoiris
Smashed to smithereens and be happy
Destrozado en pedazos y sé feliz
Run to the water (and find me there)
corre hacia el agua (y encuéntrame allí)
Run to the water
Corre hacia el agua
30 agosto 2005
¿Qué es la Antroposofía?
La Antroposofía es una corriente de pensamiento fundada por Rudolf Steiner (ver artículo "Rudolf Steiner, el padre de la Antroposofía") tras desvincularse éste de la Sociedad Teosófica en 1909. Como su propia etimología indica (del griego: antropo=hombre y sofía=sabiduría, conocimiento) la Antroposofía tiene como objeto el conocimiento del ser humano en toda su entidad, y estudia todos los ámbitos de éste, tanto su corporeidad como su espiritualidad.
La Antroposofía no es una religión, ni una doctrina, ni un conjunto de supersticiones sobre el cuerpo y el espíritu; es una manera de entender al ser humano y un camino para la evolución y el perfeccionamiento interior de éste, pero es también una forma de ver el mundo, un método de investigación riguroso para conocer mejor lo físico, lo anímico y una vía para alcanzar las realidades suprasensibles de forma consciente.
El desarrollo espiritual es para todos
Según la Antroposofía, el ser humano está dotado de un cuerpo físico, un cuerpo etérico, un cuerpo astral y un yo superior. No todos los seres vivos están divividos en estos cuatro cuerpos; las plantas, además del físico, sólo tienen un cuerpo etérico, sin el cual carecerían de vida; los animales poseen también un cuerpo astral, pero no un yo individual; los seres humanos somos los únicos dotados de todos los cuerpos, físico, etérico, astral y yo superior, y es este último el que nos diferencia y separa del resto de las especies. Con el cuerpo físico –nuestra parte más perecedera, formada de la misma materia con que está compuesto el mundo sensorial, el que percibimos a través de nuestros sentidos– interactuamos con el entorno físico; el cuerpo etérico es, digámoslo así, nuestro cuerpo vital, un cuerpo en el tiempo basado en el ritmo y lo primero que percibimos cuando accedemos a un entorno más allá de lo físico; el cuerpo astral es el que nos permite participar del mundo anímico, el responsable de nuestra antipatía y simpatía hacia lo que nos rodea; por último, el yo superior –nuestra parte imperecedera, nuestro fragmento de divinidad– es quien nos guía en cada una de nuestras encarnaciones con el fin de ayudarnos a evolucionar.
Nuestras aportaciones
Por otra parte, el hecho de haber caído de las manos divinas para buscar nuestro camino en libertad, explica la presencia del Bien y del Mal; sin estos dos polos la elección no es posible y por consiguiente tampoco lo es la libertad. Tenemos el poder de elegir –aunque no siempre lo sintamos así–, pero también la responsabilidad, pues cada una de nuestras elecciones, aun la más insignificante, inclina la balanza hacia un lado o hacia el otro, y conduce a la Humanidad hacia el destino para el que ha sido creada o hacia el caos y la autodestrucción.
29 agosto 2005
Rudolf Steiner
Padre de la Antroposofía
El 27 de Febrero del año 1861 es el día en que Rudolf Steiner vio la luz por primera vez en la ciudad de Kraljevic, Austria-Hungría, actual Eslovenia. Su niñez transcurrió en distintos pueblos austriacos y su educación en colegios religiosos que afectaron su especial sensibilidad, motivo por el cual su padre asumió finalmente la educación de este niño dotado desde temprana edad no sólo de una gran sensibilidad sino también de facultades clarividentes.
Ya en la escuela secundaria optó por la rama de ciencias, aunque más adelante ampliaría considerablemente sus conocimientos en Filosofía y Literatura de forma independiente. Dio clases particulares a sus propios compañeros y realizó estudios superiores en el Colegio Técnico de la Universidad de Viena (Wiener Technishe Hoschschule). Como preceptor de cuatro niños de una familia acomodada de Viena dejó patentes sus especiales dotes lectivas al ayudar a uno de ellos, hidrocefácilo e incapaz de aprender, a ingresar en la Facultad de Medicina.
28 agosto 2005
Jerarquías Celestiales
Quiénes son
Pero veamos primero algo acerca de los distintos seres que pueblan los mundos espirituales. Aunque se encuentran en continua evolución, podemos hablar de ciertas características que nos ayudarán a comprender su actuación en nuestro mundo y en nuestras vidas.
Los arcai, o principados, son entidades de la personalidad y líderes de una época, lo que hace fácil llegar al entendimiento del papel que éstos desempeñan en cuanto a propiciar los impulsos en la Historia de la Humanidad.
Cómo obran en nuestra vida
Veamos ahora un poco más de cerca cómo y cuándo actúa en nuestras vidas cada una de las jerarquías que hemos presentado. Los reinos de las jerarquías celestiales están presentes en nosotros –nos hace saber Steiner– al igual que lo están los reinos mineral, vegetal y animal.
¿Y qué ocurre más allá de los cuarenta?, se puede preguntar el lector. No es que llegado el medio siglo de vida las jerarquías celestiales nos abandonen a nuestra suerte y dejen de pronto de velar por nosotros; lo que ocurre es que, a partir de esta edad, el ser humano normalmente ya tiene totalmente formados todos sus cuerpos –físico, etérico y astral– y su posterior desarrollo kármico y espiritual dependerá de sí mismo mucho más que antes, los seres humanos gozamos de mayor libertad e independencia llegados a este punto, aunque las jerarquías continúen cerca de nosotros en todo momento.
Mientras dormimos...
Dada la naturaleza de cada una de las jerarquías celestiales, distintos seres trabajan sobre nuestros cuerpos mientras dormimos; unos actúan sobre los cuerpos que quedan en el lecho, mientras que otros lo hacen sobre los que se desprenden de éstos para visitar los mundos espirituales –nos referimos al astral y al Yo–.
Nuestro lugar entre las jerarquías
Lo que aquí se ha tratado de describir y explicar o, al menos, de acercar mínimamente a nuestra comprensión como seres humanos encarnados, es la forma en que los seres espirituales nos cuidan, protegen y guían en nuestra evolución. Pero muchos se pueden preguntar por qué, o hacia qué destino nos guían y encauzan estos maravillosos seres de luz. La respuesta es que estamos destinados a ocupar el décimo lugar de las jerarquías, a formar parte de su mundo celestial. Es a ese destino al que nos dirigimos, el que el plan divino ha preparado para nosotros y por lo que es tan importante nuestra evolución espiritual.